La eficiencia energética tiene como objetivo reducir el consumo de energía, a la vez que se mantienen todos los servicios energéticos sin que ello afecte a la reducción de la calidad de vida y confort y, sobre todo, respetando el medio ambiente y promoviendo la sostenibilidad.
En el momento en que la disponibilidad de los recursos energéticos y naturales disminuye, y a su vez aumenta su coste, es de vital importancia encontrar diferentes actividades en las que se busque la eficiencia, en otras palabras, obtener mejores y más resultados con menor cantidad de recursos, lo cual se refleja en costes de producción menores para llegar a conseguir lo mismo.
La eficiencia energética no solo abarca la energía eléctrica, sino que además incluye diferentes fuentes de energía como el gasoil, el vapor o el gas entre otras muchas más. Asimismo, no tiene como prioridad lograr las mejores tecnologías de la época, sino más bien de planificar y gestionar los recursos energéticos que se dispongan de una forma eficaz y hábil.
Ahora bien, entre los diferentes beneficios o ventajas que se pueden obtener mediante este tipo de práctica para reducir el consumo de energía, se pueden valorar los siguientes: reducir los costes de producción (gastar menos energía por unidad producida), intentar reducir el exceso de contaminación a la vez que se desperdicia menos energía, lograr una mejoría de la competitividad global, cumplir la normativa de las exigencias ambientales vigentes y, finalmente, aumentar la capacidad de generación disponible.
Sin embargo, ¿cómo se consigue la eficiencia energética?
Se puede obtener a partir de la ejecución de una Auditoría Energética que tiene como objetivo conocer detalladamente cómo una empresa gestiona su energía contratada y cuánto consume de ella, y así, de este modo, intentar conseguir posibles mejoras para reducir el coste energético.
A través de las Auditorías Energéticas se consideran diversas acciones para mejorar dicha práctica eficiente, entre las cuales cabe destacar: el cambio energético o la substitución de antiguas fuentes energéticas por otras más eficientes, una mejora en el manejo de las temperaturas como por ejemplo evitar pérdidas de calor y frío, optimizar los procesos industriales y la automatización, mejorar la tecnología como es el de caso de la introducción de motores de alta eficiencia o de una iluminación mucho más eficiente (tecnología LED), climatización o, incluso, una mejora del factor de potencia.